Si con el mismo ímpetu que se predica sobre
la supuesta maldición por no dar los diezmos, se hablara del destino final de
perdición de los que no aceptan a Cristo, las multitudes temblarían.
Si se insistiera en la doctrina de la
santidad por fe como se hace cada domingo para sacar el dinero de los bolsillos
de los asistentes a las iglesias, la comunidad entera vería a Dios obrando a
través de sus representantes.
Pero a pesar de todos los argumentos que se
quieran esgrimir; primero, hay que señalar que ni una sola vez, en ninguna
ocasión, no hay un solo versículo que de a entender siquiera que los creyentes
del primer siglo dieron el diezmo a la iglesia. Uno puede leer desde el
capítulo 1 de Juan y todo el libro de Apocalipsis sin encontrar más referencia
que la condena a los judíos porque hasta del diezmo habían hecho motivo de
hipocresía y carga para los creyentes.
En el Antiguo Testamento dirán los que
defienden sacarle el dinero regularmente a los fieles cautos. Pero algunas
cosas deben quedar claras:
1.
Melquisedec. Se cita que este
sacerdote recibió de Abraham el diezmo, pero en ninguna parte del relato, dice
que así tendrán que hacerlo y desde ese tiempo, hasta que Jehová lo determina
en la Ley, no se dio el diezmo a sacerdote alguno.
2.
El diezmo se estableció para
que los levitas, que no tenían otra forma de ingresos, vivan de ello, pero
ellos también tenían que diezmar
3.
El diezmo no solamente era para
los levitas sino para los pobres
4.
Se pagaba el diezmo en
productos
5.
Cuando Jehová habla de que le
robaban, se estaba refiriendo a los judíos vueltos de Babilonia que atendieron
primero a sus necesidades antes que a cumplir la voluntad de Dios de
reconstruir la ciudad, pero decir que esa promesa es para los cristianos que
dan el diezmo, no cuenta con respaldo.
Con la venida de Cristo, su muerte y
resurrección
1.
La Ley queda cumplida en cuanto
al sacerdocio y todo el ritual necesario pues el Señor Jesús es a la vez, la
ofrenda y el Sumo Sacerdote y él está vivo, no muere. No hay otro mediador
entre Dios y los hombres que Cristo hecho hombre.
2.
Con el fin del sacerdocio
levítico, se acabó la necesidad de mantenerlos para que se dediquen al servicio
del pueblo como mediadores con Dios.
Organización de la Iglesia.
Lea el Nuevo Testamento y diga en qué parte
se habla de pastores asalariados, de predicadores profesionales.
Claro que el que se dedica al Evangelio
tiene que vivir del Evangelio, pero para eso se manda que las iglesias
“ofrenden”, no que den diezmo y menos que la Iglesia lleve control de cuanto
gana cada quien. Eso va contra el espíritu de que cada persona es responsable
ante Dios y crea categorías de personas como ocurre en la mayoría de iglesias
donde sus líderes bien saben quienes son los que más aportan y por tanto,
reciben todos los favores, cuidados y beneficios, mientras que los pobres que
dan de lo poco que reciben, no son dignos en muchos casos ni de ser
considerados miembros.
Mi madre bautizada y creyente, asiste por
25 años a una iglesia en Quito, por ese tiempo ha dado el diezmo pero como su
humildad le impide poner su nombre en el sobre, ni siquiera le han permitido
entrar en las reuniones anuales de la iglesia y en una ocasión incluso le
pidieron que se retirara para permitir que ese lugar sea ocupado por una mujer
muy elegante aunque inconversa. De esas historias, están llenas esas iglesias
que en realidad no son iglesias como Cristo las concibió, diríamos mejor NO SON
LA IGLESIA DE CRISTO, SON EL NEGOCIO PARTICULAR DE UNA ORGANIZACIÓN O DE UN LÍDER.
Pero como para sacar dinero no es
suficiente la mentira de castigos y bendiciones del diezmo, ahora se han
inventado los votos, los pactos, los convenios como si Dios fuera un banquero
que precisa del dinero de los simples pecadores para invertir en negocios y
devolver con intereses. Miles de pobres, dan de su miseria con esa esperanza,
solamente para ver que eso no ocurre. Entonces les dicen que es por su pecado e
igual que en la Iglesia Católica a la que desprecian no por falsa sino por
competencia, les imponen nuevas obligaciones económicas. Esos no son la Iglesia
de Dios, no son hijos de Dios sino de la oscuridad y pobres de los que les
siguen porque igual que les mienten con el cuento del Diezmo, les mienten con
el resto de doctrinas contrarias a la Palabra de Dios.
¿De qué ha de vivir entonces el que predica
a tiempo completo la Palabra de Dios? ¿De dónde provienen los fondos para la
evangelización, atención de los necesitados y otros gastos necesarios?
Simple: De la fe. Sí porque a diferencia
del Diezmo, la Ofrenda es un acto de fe. Cada uno da de acuerdo a cómo está su
economía o incluso su corazón. Hay que insistir en ello: esto es un acto de fe
porque la Iglesia depende de lo que Dios haga y de la respuesta que tenga cada
persona a la voz de Dios. Fe, esa es la palabra que los economistas y
planificadores de iglesias temen.
Los hombres y mujeres de Dios, deben
mantener a sus hermanos a los que han impuesto las manos para que cumplan una
misión. Bien se puede decir que ¡Ay de aquellos que abandonen a sus hermanos a
los cuales han prometido apoyar! Pero el que va, va en fe.
Este día, inicie una nueva forma de ver el
cristianismo; libérese de los que quieren su dinero con pretexto de darle
seguridad y salvación, Cristo el Señor, le quiere a usted, no a su dinero.
Quédese en casa, ore con sus hijos, con su esposa, con sus vecinos, comparta lo
que tiene o vaya a la Iglesia si quiere, pero recuerde que nadie puede
obligarle a hacer lo que Dios no ha mandado y no les de el diezmo para que se
enriquezcan aunque parezcan pobres.
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