Los judíos pensaron que por tener el templo de Dios en Jerusalén, Dios les permitiría vivir en pecado, idolatría, maldades.
Recordemos lo que Dios le dijo a Salomón respecto al templo: 1Re 6:12  Esta casa que tú edificas, si anduvieres en mis estatutos, é hicieres mis derechos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo tendré firme contigo mi palabra que hablé á David tu padre; 13  Y habitaré en medio de los hijos de Israel, y no dejaré á mi pueblo Israel.

Con cuanta unción se consagró el templo en el tiempo de Salomón; estaba destinado a ser centro de la adoración a Dios no solamente para los israelitas si no para todo el mundo. 1Re 8:12  Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad. 13  Yo he edificado casa por morada para ti, asiento en que tú habites para siempre.
Era la muestra de la santidad de Dios entre los humanos. Pero en el tiempo del propio Salomón, la hipocresía, empezó por éste que consintió en hacer otros templos para los dioses de sus esposas y concubinas paganas. Es decir que Salomón con toda su sabiduría, llegó a pensar que Jehová su Dios estaba confinado a este templo y que teniéndolo allí, él podía hacer lo que creyera conveniente sin esperar ningún castigo.  Como él lo dijo en su discurso 1Re 8:12  Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad. 13  Yo he edificado casa por morada para ti, asiento en que tú habites para siempre.
Equivocadamente consideró que Dios iba a quedar confinado al templo “EN LA OSCURIDAD”.
Solo fue el comienzo de una cadena de pecados que fue haciéndose cada vez más grande.

Llegaron a los extremos de adorar a las cosas como la serpiente de cobre que Dios les puso en el desierto para que cuando sean picados de las serpientes, como resultado de su pecado, la miraran y fueran sanados. Esto era una forma de hacerles saber que se precisa de fe. Ahora sabemos que eso representó a Cristo levantado en la cruz. Pero en lugar de poner la fe en Dios, pusieron en la imagen y luego llegaron a adorarla. Hasta que un hombre fiel, Ezequías la destruyó. 2Re 18:4

El templo construido por Salomón fue arrasado, otro templo se construyó al retorno de los israelitas del destierro en Babilonia. Y nuevamente, este se volvió centro de la apostasía, motivo de adoración y de olvido de Dios. Claro que iban a ofrecer sacrificios y hacer ofrendas y dar los diezmos, pero su corazón no estaba con Dios y su vida era de pecado. Otra vez estaban llenos de idolatría e inmoralidad. Otra vez perseguían a los profetas que condenaban el pecado y exigían el cumplimiento de la voluntad de Dios; este segundo templo fue también arrasado
Para cuando el Señor Jesús se hizo hombre, había un templo; el que construyó Herodes, llamado “el grande” porque se dedicó a las construcciones y una de esas fue el templo en Jerusalén.
¿Recuerdan a los propios discípulos vanagloriándose del templo?
Mat 24:1  Cuando Jesús salió del templo, y se iba, se acercaron Sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
Ya me imagino, orgullosos, es que el templo era en realidad una construcción majestuosa, pero otra vez: se habían olvidado del Dios del templo y tal es así que el Señor tuvo que sacar a látigo a los mercaderes que habían convertido el templo del Señor en cueva de ladrones.
Vea lo que el Señor Jesús les dijo respecto del impresionante templo:

Mat 24:2  Pero El les dijo: "¿Ven todo esto? En verdad les digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada."

Hoy ha quedado solamente un pedazo de muro de la base del templo. Allí llegan judíos de todo el mundo a orar, a dejar en los intersticios de éste uno papelitos con sus pedidos esperando a que Dios los lea.
Aún en tiempo de Jesús no entendieron que Dios no precisa de templos para ser adorado.
Él le dijo a la mujer de Samaria cómo y dónde se le debe adorar a Dios:

Jua 4:21  Jesús le dijo: "Mujer, cree lo que te digo: la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22  "Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los Judíos. 23  "Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que Lo adoren. 24  "Dios es espíritu, y los que Lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad."

Desde que Jehová los sacó de Egipto, hasta miles de años después, la mayoría de los judíos no había entendido que Dios es un espíritu, que no puedes constreñir el espíritu a una casa hecha por hombres, que no precisa Dios de un templo para vivir, que no necesita de una estructura para manifestarse, que la relación del hombre con Dios es lo que importa y no la casa por lujosa que parezca que al final es ridícula frente a la riqueza del dueño de todo.
Por eso, la enseñanza del Señor Jesús chocó con lo que era sagrado para los religiosos judíos que obligaban a que los fieles oraran en el templo y nunca fuera de este. Vea lo que el Señor Jesús dijo al respecto: Mat 6:6  "Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Mat 6:7  "Y al orar, no usen ustedes repeticiones sin sentido, como los Gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería.

¿Quieres orar? Ora en tu casa. ¿Quieres adorar? Adora a Dios en espíritu y en verdad. Es decir en la profundidad de tu corazón y en la verdad de tu conducta. Eso para los religiosos judíos debió ser un golpe tan tremendo como para los pastores que predican que los locales son el “templo de Dios”, la “casa de Dios”, que allí se va a orar y adorar aunque la vida siga siendo de impiedad y pecado.

Así pensaban los líderes de la religión: El templo era tan sagrado que el que ingresaba en estado de impureza o llevando a un gentil (un no judío), debía ser muerto.

Pero Jesús siguió dando lecciones que para los jerarcas de entonces eran blasfemia:
Juan 2:18  Entonces los Judíos Le dijeron: "Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?" 19  Jesús les respondió: "Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré." 20  Entonces los Judíos dijeron: "En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú lo levantarás en tres días?" 21  Pero El hablaba del templo de Su cuerpo.

Otra verdad tremenda: Él era el templo de Dios. Su cuerpo era el templo de Dios.

Y otra aún más grande: Nosotros somos templo de Dios.

1Co 3:16  ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 17  Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

1Co 6:19  ¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? 20  Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios.

Una edificación de iglesia no puede propiamente ser “la casa del Señor” porque en el Nuevo Pacto este titulo está reservado para la iglesia como pueblo (Ef. 2; 1 Tim. 3:15; Heb. 10:21). Un edificio de iglesia no puede ser “un lugar santo” en ningún sentido especial, porque los lugares santos no existen más. El Cristianismo no tiene lugares santos, solo pueblo santo”
Le invito a leer todo el Nuevo Testamento,  desde Mateo hasta el último versículo de Apocalipsis a ver si encuentra una cita que diga que el lugar donde se reunían los cristianos se consideraba santo. En lugar de eso, encontrará montón de citas de que la persona tiene que ser santa.
Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. (Ap. 21:22)
La hipocresía creciente hace pensar que los templos lujosos, que los cultos show, que las ceremonias hacen santas a las personas. No, lo que los hace santos es que son hijos de Dios, templos de Dios donde mora por su espíritu y pueden reunirse en cualquier lugar porque donde ellos están está Dios y no en una casa determinada.
Seguramente va a llegar el día en que todos esos templos, casas de oración, iglesias, catedrales se vendrán abajo como sus adoradores y que de nada les servirán porque si al pueblo de Israel, al que se le permitió construir el templo, no se le pasó por alto su hipocresía, menos se la va a pasar Dios a esta generación habiendo enviado a su Hijo para que dé testimonio de la verdadera manera de adorar a Dios.
Si tú eres templo de Dios, si Dios está en ti y contigo, pues otra debe ser tu forma de vida: conforme a la voluntad de Dios.



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